"La pintura plasma con tal realismo personas y lugares, perpetúa recuerdos de seres queridos, hechos acaecidos y rincones preferidos para deleite del espíritu"
– Eladia López Rodríguez, 1948
Doña Eladia López Rodríguez es muy conocida en Valladolid, Profesora adjunta de dibujo del Instituto Núñez de Arce, ha hecho muchas exposiciones en nuestra ciudad. Una en el Ayuntamiento, otra en el Teatro Calderón y varias en Santa Cruz, habiendo expuesto también en Olmedo, Portugal, Palencia, en varias salas de la Carrera de San Jerónimo y de la Gran Vía de Madrid.
Su actividad pictórica es enorme, pues aunque no lleva total de los cuadros que pinta muchas veces les da despreciado importancia, ya que a menudo ni se acuerda de firmarlos, afirma que habrá pintado varios cientos de retratos. Sus obras se hallan diseminadas por América, Portugal, África y por toda España.
Doña Eladia no sólo practica la pintura, sino también la escultura, y buena prueba de ello son los bustos que adornan su estudio y las habitaciones de su casa, entre los que descuella el de Onésimo Redondo, magnífico de expresión. ¿Desde cuándo pinta? – la pregunto.
Eladia: —No sabría responderte – me dice. Creo que fui una niña prodigio. Mi infancia siempre se me representa con un lápiz en la mano emborronando cuartillas y más cuartillas; además pintaba por todas partes. Recuerdo que en la playa me pasaba las horas muertas pintando en la arena.
Pasé mi niñez en Alange, un pueblecito de la provincia de Badajoz. En él recibí del maestro de escuela las primeras lecciones de dibujo, pero pronto rebasé sus conocimientos, y solo me dedicaba a hacer retratos copiando del natural.
Después estudié con José Alcoba Moraleda, profesor del Instituto de Badajoz, quien un día dijo a mis padres que no podía enseñarme más y que debían de enviarme a Madrid.
En Madrid ingresé en la Escuela de San Fernando, cursando estudios con Julio Romero de Torres, entre otros; luego, yo misma me dediqué a dar clases.
—¿Qué es lo que más le gusta, el dibujo o la pintura?
Eladia: —Lo que más me gusta es el dibujo y el retrato. También pinto paisajes, flores, copias de monumentos y bodegones –como puedes ver–; pero son cuadros que considero de menos altura. En Dibujo, dicen los críticos de Madrid que le domino lo máximo que se puede hacer. Mira, esa mano de ese cuadro dicen que es perfecta.
Mientras la admiro, doña Eladia sigue explicándome que, sin tener profesor de modelado, empezó a modelar, ayudándola mucho para ello su dominio del dibujo; después dio en Valladolid clase con don Ramón Núñez Fernández, director entonces de la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid y escultor de la estatua del Sagrado Corazón que existe en la torre de la Catedral.
Es una pena –me dice– que por no disponer de estudio a propósito en casa, no pueda modelar más, pues es un trabajo sumamente sucio que requiere una habitación dispuesta exclusivamente para ello.
—¿Ha ganado algún premio?
Eladia: —Sí, he ganado bastantes; entre otros, varios de pintura de Educación y Descanso, y uno de escultura en un certamen celebrado con motivo de las ferias de nuestra ciudad.
Recorro el estudio, donde veo cuadros muy buenos, mientras seguimos hablando de sus triunfos. Luego, doña Eladia empieza a hablarme de sus alumnas, su charla favorita, ya que es una entusiasta de la enseñanza, y yo la pregunto:
—¿Cuántos años lleva de profesora en el Instituto?
Eladia: —Desde el año 1923 hasta el 1929, y desde después de la guerra hasta ahora.
—¿Tiene también alumnas particulares?
Eladia: —Sí, vienen a aprender a casa.
—Entre sus alumnas particulares, ¿cuáles son las que recuerda como mejor dotadas para la pintura?
Eladia: —Es una pregunta difícil de contestar, pues por estos estudios han pasado cientos de alumnas y serían muchos los nombres que tendría que darte. Sin embargo, de las últimas a quien enseñé, recuerdo de un modo especial a Conchita Escribano, discípula sumamente aventajada; a Conchita Ruiz de Valdepeñas, muy estudiosa; y María Teresa González, gran artista.
—¿Qué opina de sus alumnas del Instituto?
Eladia: —Que es una pena que la mayoría no le den la importancia que tiene el dibujo, porque el dibujo es un lenguaje indispensable en la vida moderna.
—¿Me quieres decir qué es lo que una alumna debe de aprender primeramente si quiere llegar a dibujar?
Eladia: —A saber ver. Las hay que no tienen ni idea de cuanto las rodea, ni de la perspectiva, tan necesaria para saber dibujar, ya que el pulso tiene menos importancia si la alumna posee verdadero interés por el dibujo y voluntad para el trabajo.
—¿Para qué otras cosas cree que es indispensable el dibujo?
Eladia: —A una mujer el dibujo le servirá para bordar mejor, cortar toda clase de prendas, para el adorno de las habitaciones, jardines, etc. También, actualmente, le será indispensable si quiere dedicarse a escaparatista – oficio sumamente femenino – a decoradora, diseñadora de estampados para telas, ilustradora de revistas, etc; pero no solo para esto es necesario el dibujo de hoy, sino también para cualquier estudio, ya que cada día se tiende más a simplificarles por medio de gráficos hechos por profesores y alumnos.
Es una pena que padres y educadores no se den más cuenta de la importancia del dibujo en la vida moderna y se lo hagan estudiar a sus hijos solo como una asignatura complementaria.
—¿Entonces está usted quejosa del poco interés que se toman sus alumnas del Instituto?
Eladia: —No, porque siempre termino contagiándolas mi amor al dibujo, animándolas para que hagan cosas que las puedan ilusionar. Mira, todos estos “christmas” los hicieron bajo mi dirección antes de Navidades.
Y doña Eladia me muestra cientos de “christmas” llenos de gracia e ingenuidad de las pequeñas alumnas.
Luego pasamos a otro estudio, donde admiro un retrato de Luis, sobrino de doña Eladia, sumamente conocido en nuestra ciudad como cronista que fue de literatura y toros en Radio Valladolid. Y después de ver unos preciosos bodegones y de admirar unos retratos, hechos por doña Eladia a su madre y a María Dolores Cuadrado, me despido de doña Eladia, deseándola muchos triunfos en su profesión, y que los padres de sus alumnas se den cuenta de que el dibujo no es una asignatura complementaria que se puede estudiar de cualquier modo, sino algo muy bello y muy útil en la vida actual.
Cree que tiene más cualidades para la música. También practica la escultura, y cuando pinta le gusta escuchar versos.
Ayer se inauguró en el salón de actos del Ayuntamiento la exposición de pinturas de la ilustre profesora del Instituto «Núñez de Arce», doña Eladia López Rodríguez. En ella se advierte el gran temperamento que posee esta artista, que con recio gusto ha sabido transmitir a tantas generaciones.
Con tal motivo ha sabido dispensarnos un momento para contestar a nuestras preguntas. La primera ya estaba contestada, al escuchar su voz, plena de la gracia de Extremadura, que nos cuenta de sus exposiciones en Badajoz, Madrid, África y Portugal.
Su humildad la impide decirnos que tuvo grandes éxitos: pero alguien que no estaba lejos de nosotros nos lo comunica, añadiendo que tiene un primer premio del certamen celebrado en el teatro Calderón de nuestra ciudad en el año 1945.
—¿Cuánto tiempo hace que pinta?
Eladia: —No recuerdo cuándo fue la primera vez, porque he pintado siempre.
—¿Su primer éxito, cuándo lo obtuvo?
Eladia: —A los doce años, con un retrato, el cual me proporcionó después la cátedra de la Normal de Badajoz.
—¿Cuál es lo más característico para usted en sus cuadros?
Eladia: —El paisaje, sobre todo cuando está sorprendido por el ocaso o por el alba, porque en esa hora parece que Dios derrama sobre ellos el alma de cada cosa muerta.
—¿Qué escuela sigue?
Eladia: —Ninguna, si bien admiro a Velázquez, al Greco, a Goya y a Zuloaga.
—De los paisajes que ha contemplado, ¿cuál tiene más valor para usted?
Eladia: —Todos, artísticamente, me han hecho sentir múltiples emociones.
—¿Qué es lo que admira en ellos?
Eladia: —La luz, y en eso Castilla alcanza la primacía, por los variados matices que nos presenta. Claro que sin dejar atrás el andaluz y el extremeño.
—¿Sólo trabaja el óleo?
Eladia: —No: también manejo la acuarela – nos dice mientras nos muestra unos estudios, donde observamos un delicado temperamento, juntamente con un alto valor y un pleno dominio. Entre estas acuarelas vemos varias figuras taurinas.
Mientras nos sigue hablando no dejamos de admirar el valor de otros cuadros que no ha instalado en el catálogo de esta Exposición y que tienen un gran valor artístico.
—¿Siente predilección por algún otro arte?
Eladia: —La escultura, de la que ya hice alguna Exposición. La música me encanta, me hubiera gustado haber hecho estudios; no he tenido ninguna posibilidad, pero creo que tengo más cualidades que para la pintura. La poesía también me gusta, cuando pinto cuadros de otoño me agrada que alguien me lea versos.
—¿Alguna anécdota?
Eladia: —Mi vida creo que ha sido demasiado vulgar.
Yo creo que su vida no es demasiado vulgar: lo que es demasiado es su modestia, y ello me hace volver otra vez a la misma pregunta. Y entonces, alguien que no era ella nos cuenta: «Cuando estudiaba Magisterio, el profesor la encargaba de la clase, y una de las veces que estaba corrigiendo a una niña, la dijo:»
«Oye, ¿dibujas bien?» A lo que Eladia respondió: «¡Vaya! Creo que no lo hago muy mal»
«Pues, entonces, dibuja dos: uno para ti y otro para mí.»
—¿Ahora piensa hacer alguna Exposición más?
Eladia: —Sí; en breve expondré en San Sebastián, en Bilbao, en Badajoz, y en Madrid, en el Museo de Arte Moderno.
Y nos despedimos, no sin antes haberla felicitado por su gran obra, buen exponente de la pintura española.
Hoy vamos a conversar con Eladia López Rodríguez, que expone en los salones de Remates una colección de 30 óleos. La pintora López Rodríguez es extremeña y profesora de dibujo del Instituto Núñez de Arce, de Valladolid. Siendo López Rodríguez profesora de dibujo debe tener un concepto muy claro del arte. Veamos cuál es.
Eladia: —El arte en todas sus manifestaciones es para mi la más excelsa exaltación del espíritu.
—Pero su estilo es realista.
Eladia: No. Una mezcla de realismo y de impresionismo en la que predomina lo primero.
—Que viene a ser lo mismo.
Eladia: —Pero el realismo abarca y se preocupa tanto por la materia como por el espíritu.
—Por todo lo que tiene una existencia real. Igual da que sea un ideal de gloria que un bodegón de sardinas o cebollas o un cuadro de flores, porque usted trae muchas flores en sus óleos.
Eladia: —Me dijeron que tenían mucha aceptación y pensé traer algo popular.
—¿Es que la pintura no lo es?
Eladia: La pintura plasma con tal realismo personas y lugares, perpetúa recuerdos de seres queridos, hechos acaecidos y rincones preferidos para deleite del espíritu, habla de tal forma al alma que...
—Nada, que para usted la pintura es algo anecdótico y memorable. Lo que detiene y conserva para siempre impresiones visuales y anímicas importantísimas. Tiene una finalidad paralizante y estática.
Eladia: —¡No, por Dios! Yo soy dinámica y cuando pinto, si pudiera ser, terminaría mis obras en una sola sesión.
—Usted, temperamentalmente, puede ser dinámica y archidinámica; pero su pintura, la que usted concibe, no lo es. Mira al pasado y se regodea en el recuerdo. No marcha impetuosamente ni plasma el movimiento. Estos retratos suyos, esos bodegones y aquellas flores no son dinámicos.
Eladia: —Pero yo también hago composición y paisaje y marinas. Y pintar una marina es perseguir a los dos en su inquieto movimiento. Y fuentes de inspiración mías son la música y la poesía, que no se extienden en un espacio quieto, sino que cabalgan a lo largo del tiempo.
—No. Si yo no tengo ningún empeño. Las mujeres son grandes observadoras y cuando usted dice que es dinámica, sus razones tendrá.
En la "Sala Arte", doña Eladia López Rodríguez, profesora de Dibujo del Instituto "Núñez de Arce", expone una magnífica colección de óleos, visitadísima. Charlamos con la pintora:
—¿Natural?
Eladia: —De Badajoz.
—¿Afición a la pintura?
Eladia: —Desde pequeña dibujaba hasta en la arena de los jardines.
—¿Cuántas exposiciones ha realizado?
Eladia: —Bastantes. Aquí en Valladolid, en el Ayuntamiento, en el Palacio de Santa Cruz, dos veces; en Madrid, en la Sala de Arte y en el Salón de Otoño. Tengo cuadros en París, África, América, Inglaterra, Portugal...
—He observado que varios de los cuadros expuestos son paisajes de Valladolid. ¿Ha pintado mucho en nuestra provincia?
Eladia: —La mayoría de los paisajes que tengo son de aquí.
—¿Por qué su preferencia por los paisajes?
Eladia: —Tienen un sabor muy bonito, de tonos suaves que me encantan. El otoño sobre todo.
—¿Piensa realizar alguna exposición más?
Eladia: —Quizás.
—¿Qué ciudad elegiría?
Eladia: —Probablemente, Salamanca.
—Sus cuadros denotan un enorme cuidado en el dibujo...
Eladia: —La figura siempre me entusiasmó. En Madrid me dijeron que había llegado "a lo superior" del dibujo. Y, sí; creo haberlo llevado al máximo.
—¿Retratos?
Eladia: —Muchos. Últimamente estaba haciendo el del doctor Cayetano de Mergelina.
—Sus cuadros están dotados de un colorido demasiado suave. ¿No es cierto?
Eladia: —Los idealizo un poco, es verdad; pero soy bastante realista e impresionista.
—¿Hablamos de arte moderno?
Eladia: —Déjelo.
—¿A qué pintores ha admirado y admira?
Eladia: —Goya, El Greco, Velázquez, Sorolla.
—Buena selección.
Sorprendemos a la artista extremeña, que tanto tiempo lleva entre nosotros, pincel en mano. A nuestras preguntas, "¿En qué época preferiría vivir? ¿Por qué?", contesta:
Eladia: —A fines del siglo XVIII. Porque presidia en todos los actos una mayor elegancia espiritual. El mundo no se hallaba en la agitación actual, había más tiempo para las ocupaciones del espíritu. y hasta incluso los mismos vestidos ofrecían mayores matices de sus coloridos para su pictoridad.
Entrevista en “Ondas en el Aire”
Anoche, en el semanario radiofónico “Ondas en el aire”, de la Delegación de Educación Popular, transmitido simultáneamente por las emisoras locales, tuvo lugar una entrevista con la pintora.
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Nota: Continúa extraviada esta entrevista radial que tuvo lugar en el semanario "Ondas en el Aire" de Educación Popular el 21 de noviembre de 1947 en Valladolid.